Los franciscanos son una orden de religiosos católicos que fue fundada por Francisco de Asís.
Los franciscanos hacen votos de pobreza y sobreviven únicamente de las limosnas que obtienen, además de que hacen votos de obediencia y castidad.
Existen muchas oraciones franciscanas que son muy bonitas y pueden rezarse para pedir algo o para agradecer los favores recibidos de Dios por medio de sus santos.
10 ejemplos de oraciones franciscanas:
1.- Ángelus.
El Ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Y el Verbo se hizo carne.
Habitó entre nosotros.
Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
2.- Oración a Dios Padre Misericordioso.
Dios, Creador del cielo y de la tierra, Padre de Jesús y Padre nuestro. Bendito seas Señor, Padre que estás en el cielo, porque en tu infinita misericordia te has inclinado sobre la miseria del hombre y nos has dado a Jesús, tu Hijo, nacido de mujer, nuestro salvador y amigo, hermano y redentor. Gracias, Padre bueno, por el don del Año Jubilar, haz que sea un tiempo favorable, el año del gran retorno a la casa paterna, donde tú, lleno de amor, esperas a tus hijos descarriados para darles el abrazo del perdón y sentarlos a tu mesa, vestidos con el traje de fiesta. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre clemente, que en el Año Santo se fortalezca nuestro amor a ti y al prójimo, que los discípulos de Cristo promuevan la justicia y la paz, se anuncie a los pobres la buena nueva y que la Madre Iglesia haga sentir su amor de predilección a los pequeños y marginados. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre Justo, que el gran Jubileo sea una ocasión propicia para que todos los católicos descubran el gozo de vivir en la escucha de tu palabra, abandonándose a tu voluntad, que experimenten el valor de la comunión fraterna partiendo juntos el pan y alabándote con himnos y cánticos espirituales. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre, rico en misericordia, que el santo Jubileo sea un tiempo de apertura, de diálogo y de encuentro con todos los que creen en Cristo y con los miembros de otras religiones, en tu inmenso amor, muestra generosamente tu misericordia con todos. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. Padre omnipotente, haz que todos tus hijos sientan que en su caminar hacia ti, meta última del hombre, los acompaña bondadosa la Virgen María, icono del amor puro, elegida por ti para ser Madre de Cristo y de la Iglesia. A ti, Padre, nuestra alabanza por siempre. A ti, Padre de la vida, principio sin principio, suma bondad y eterna luz, con el Hijo y el Espíritu, honor y gloria, alabanza y gratitud por los siglos sin fin. Amén.
3.- Acción de gracias a Dios Uno y Trino.
Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo y de la tierra, por ti mismo te damos gracias, porque, por tu santa voluntad y por tu único Hijo con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos pusiste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa. Y te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por tu santo amor con el que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz, sangre y muerte. Y te damos gracias porque ese mismo Hijo tuyo vendrá en la gloria de su majestad a enviar al fuego eterno a los que no hicieron penitencia y no te conocieron y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron en penitencia venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está preparado desde el origen del mundo. Y porque todos nosotros no somos dignos de nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien bien te complaciste, junto con el Espíritu Santo Paráclito, te dé gracias por todos como a ti y a él os place, él que te basta siempre para todo y por quien tantas cosas nos hiciste. Aleluya. Y a la gloriosa madre, la beatísima María siempre Virgen, a los Ángeles y a los Santos, humildemente les suplicamos por tu amor que te den gracias por estas cosas como te place, a ti, sumo y verdadero Dios, eterno y vivo, con tu Hijo carísimo, nuestro Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
4.- Oración de San Francisco ante el Cristo de San Damián.
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento. Amén.
5.- Oración franciscana por la paz.
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que allí donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo fe, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría. Oh, Maestro, que no busque yo tanto ser consolado como consolar, ser comprendido, como comprender, ser amado, como amar. Porque dando es como se recibe, olvidando, como se encuentra, perdonando, como se es perdonado, muriendo, como se resucita a la vida eterna. Amén.
6.- Oración a San Francisco.
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos y de tus manos traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
7.- No me mueve mi Dios para quererte.
No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera. Amén.
8.- Oración a San Damián.
Sumo, glorioso Dios, ilumina las tinieblas de mi corazón y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento. Amén.
9.- Lo que voz queráis Señor.
Lo que Vos queráis, Señor, sea lo que Vos queráis. Si queréis que entre las rosas ría hacia los matinales resplandores de la vida, sea lo que Vos queráis. Si queréis que, entre los cardos, sangre hacia las insondables sombras de la noche eterna, sea lo que Vos queráis. Gracias si queréis que mire, gracias si queréis cegarme, gracias por todo y por nada, sea lo que Vos queráis. Lo que Vos queráis, Señor, sea lo que Vos queráis. Amén.
10.- Oh buen Jesús.
Oh Buen Jesús, yo creo firmemente que por mi bien estás en el altar, que das tu cuerpo y sangre juntamente, al alma fiel en celestial manjar. Indigno soy, confieso avergonzado, de recibir la santa comunión, Jesús, que ves mi nada y mi pecado, prepara tú mi pobre corazón. Pequé, Señor; ingrato te he vendido, infiel te fui, confieso mi maldad. Contrito ya, perdón, Señor, te pido, eres mi Dios, apelo a tu bondad. Espero en ti, piadoso Jesús mío, oigo tu voz, que dice ven a mí. Porque eres fiel, por eso en ti confío, todo, Señor, espérolo de ti. Oh buen Jesús, Pastor fino y amante, mi corazón se abrasa en santo ardor, si te olvidé, hoy juro que, constante, he de vivir tan sólo de tu amor. Dulce maná de celestial comida, gozo y salud del que te come bien, ven sin tardar, mi Dios, mi Luz, mi vida, desciende a mí, hasta mi pecho ven. Amén.