Las vacunas son sustancias que contienen antígenos, es decir lo que genera la formación de anticuerpos y producen una respuesta del sistema inmunológico, que se incuban en el organismo de una persona. Esto se hace con la finalidad de que el paciente obtenga cierta memoria inmunológica, es decir que su cuerpo esté preparado y sea resistente ante una afección o enfermedad, de la cual la vacuna contiene cierta información. Las vacunas son uno de los mejores medios para evitar la aparición de enfermedades o de epidemias o problemas de contagio de un padecimiento entre la población de un lugar. Generalmente se aplican de manera tópica u oral y se dan la mayoría de las veces a niños pequeños, adultos mayores o personas que por alguna razón tienen grandes posibilidades de contraer una enfermedad en específico.
Las vacunas fueron descubiertas en el siglo XVIII y, desde entonces, comenzaron a ser uno de los principales descubrimientos del mundo de la medicina. Las vacunas son muy importantes y son parte de una política de salubridad de los países del mundo. Principalmente porque ayudan a evitar enfermedades o padecimientos que de otra manera serían muy difíciles de combatir una vez que el paciente tenga la enfermedad en su organismo.
Tipos de vacunas:
Vacunas inactivadas: estas vacunas se basan en la alteración de microorganismos dañinos o patógenos mediante procesos químicos o calor para que así pierdan su peligro. Las vacunas de este tipo producen una respuesta en el sistema inmune aunque también se alojan en la persona. La mayoría de las veces, como la respuesta suele ser momentánea, este tipo de vacunas requieren de más dosis.
Vacunas vivas atenuadas: este tipo de vacunas cultivan microorganismos bajo ciertas condiciones específicas para que estos pierdan sus propiedades patógenas. Son las vacunas que más se utilizan en los adultos, dado a que el microorganismo conserva su estructura y por lo tanto produce una respuesta inmunológica mucho más duradera en el organismo a quien se le incuba.
Vacunas toxoides: este tipo de vacunas incuban ciertos componentes tóxicos de un microorganismo, siempre y cuando dichos componentes sean los causantes de una enfermedad o padecimiento y no todo el microorganismo en sí. Los componentes se encuentran en este caso inactivados.
Vacunas acelulares: consisten en una combinación de elementos subcelulares purificados de un agente patógeno contra el que se quiere proteger. Comúnmente se trata de proteínas antigénicas, con un alto contenido inmunológico, que en muchos casos pueden contener toxoides.
Vacunas recombinantes de subunidad: en este caso se utilizan los nuevos descubrimientos de la medicina genómica para así poder alterar el ADN de algún elemento o microorganismo patógeno y conseguir un cambio en su estructura para que pierda sus propiedades dañinas.